lunes, 14 de enero de 2013


 
Cuando los caballos no llevaban peto 

Contra el sufrimiento de toros y caballos en el ruedo 

En 1928, el dictador español Primo de Rivera ordenó que los caballos llevaran peto para evitar que fueran destripados (a juzgar por el vídeo, fechado en 1929, la ley tardó en aplicarse. Otra posibilidad es que el vídeo haya sido grabado en América Latina, donde el peto se introdujo más tarde. En México data de 1930). La orden fue emitida después de que el general viera cómo las vísceras de un caballo, y su contenido, salpicaban al público en la plaza de Aranjuez. Hasta ese entonces, la muerte de varios caballos durante cada corrida era completamente normal. En la temporada de 1855, por ejemplo, se mataron en Madrid 191 toros, mientras que 412 caballos murieron corneados.

Hemingway escribe en Muerte en la tarde (1932): "tales accidentes viscerales no forman ya parte de las corridas de toros españolas. Bajo el Gobierno de Primo de Rivera, se decidió que el vientre de los caballos tenía que estar protegido por una especie de cobertura acolchada, dispuesta, según los términos del decreto, «para evitar esos horribles espectáculos que repugnan de tal forma a extranjeros y turistas». Esas cubiertas protectoras evitan, en efecto, tales espectáculos y amenguan en gran número los caballos muertos en el ruedo; pero no han mermado en manera alguna los sufrimientos que experimentan".   

Cuando se impuso el uso del peto muchos se opusieron a que se modificara la fiesta brava. En nombre de la tradición esta gente quería ver caballos muertos, pero la tauromaquia tuvo que adaptarse a los cambios de mentalidad que trajo el siglo XX.   

Ahora bien, perdonar la vida del toro, como se hizo antaño con el caballo, es la reforma que reclama el siglo XXI. En Quito está prohibido matar al toro desde 2011 y en Bogotá se está explorando esa posibilidad.

Ya existe la costumbre de indultar al toro cuando ofrece una excelente lidia. Al respecto declara El Juli: "el indulto es la esencia del toreo y el triunfo de toro y torero". Eso probaría que lo esencial de la corrida no es la muerte, sino la coreografía, la danza entre el hombre y el animal. A propósito escribe Mario Vargas Llosa: "la suerte de banderillas es aquella en la que la corrida está más cerca de la danza, cuando se vuelve coreografía, ballet". Si la tauromaquia es tal arte, entonces la muerte no es necesaria. Pero si el martirio y ejecución del toro son lo esencial, entonces ya no hay arte, sino solo una carnicería, un show brutal y sangriento que debería ser abolido como el circo romano.    

Cabe señalar que, en la actualidad, los caballos siguen sufriendo un tratamiento inaceptable en las corridas. Además, el peto no es de uso obligatorio en todas las modalidades de la fiesta taurina. Lamentablemente, la imagen de caballos corneados y destripados no es cosa del pasado, como demuestran los siguientes vídeos:


   
Matan a tiros a caballo corneado brutalmente durante un jaripeo en México