martes, 8 de abril de 2014




 La historia de Greenpeace

Greenpeace fue fundada en 1971 en Vancouver (Canadá) por ecologistas y miembros del movimiento pacifista, de allí el nombre compuesto paz verde. Los unía una causa común: el deseo de evitar la prueba nuclear Cannikin en la isla Amchitka, frente a las costas de Alaska. Aunque las malas condiciones meteorológicas les impidió llegar en barco a la zona de detonación, las protestas de Greenpeace hicieron que EE.UU. renunciara a los ensayos atómicos en Amchitka en 1972.   

Tras esta primera incursión, y en sus cuatro décadas de existencia, Greenpeace ha emprendido numerosas campañas y obtenido abundantes victorias. Sus principios son el empleo de la no violencia; una financiación independiente de todo gobierno o empresa que le asegura total libertad; y la voluntad de erigirse como una suerte de contrapoder que moviliza la opinión pública, hace exigencias y obliga a políticos y empresas a tomar en cuenta el medio ambiente. Sus métodos son:  

1. Investigar sobre los problemas ecológicos para que las denuncias estén bien fundamentadas, basándose en estudios científicos previos o contratando centros de investigación independientes.  
2. Proponer alternativas para resolver dichos problemas. 
3. Informar al público a través de campañas que repercutan en los medios de comunicación y en Internet para hacer visibles los problemas ecológicos. Esto con el fin de presionar a los políticos y a las empresas para que tengan en cuenta las reivindicaciones de la organización. Greenpeace no duda en hacerle mala prensa a las empresas contaminantes hasta obtener cambios a favor del medio ambiente (como fue el caso de su campaña contra Kitkat de Nestlé). 
4. Emprender acciones legales contra las industrias o gobiernos inescrupulosos que violen las leyes de protección de la naturaleza.   
5. Acción directa, interponiéndose pacíficamente con sus cuerpos (por ejemplo, en botes rápidos entre los arpones y las ballenas, escalando centrales nucleares o encadenándose a las rejas de las fábricas) para obstaculizar la destrucción de la naturaleza. Esta confrontación no violenta, impactante y mediática aumenta la presión de la opinión pública sobre el hecho que se quiere denunciar; demuestra que es posible detener aquello que se considera injusto; y muestra mediante el desafío de la autoridad la determinación de transformar el mundo. Dicha estrategia se basa en la idea de “bomba mental”, delineada en los orígenes de la organización por Bob Hunter, como una imagen impactante destinada a sacudir las conciencias para cambiar el pensamiento de la gente.

Vea también en este blog:
"Manual de resistencia ecologista"
"Historia del cambio e Historia de las soluciones".

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